El ritmo es uno de los ámbitos más importantes de la música, ya que organiza todos sus elementos y los sincroniza creando cohesión entre ellos: los silencios, sonidos diferentes, voces o pausas forman parte de una secuencia musical a la que da sentido el ritmo.
Así, podemos encontrarnos con sonidos más duraderos o breves, pausas más lentas o rápidas o voces de distintos timbres. Cuando se entrelazan todas estas secuencias damos lugar a diversos sentimientos o emociones que también pueden transmitirse con el lenguaje corporal mediante la danza o el baile.
El ritmo combina tres elementos:
Hemos aprendido qué es el ritmo, pero ahora bien, ¿podemos aprender a tenerlo? ¡Por supuesto que sí! Podemos aprenderlo todo, si no, ¿cómo llegamos a andar cuando apenas podíamos mantenernos en pie?
El ritmo se consigue mediante pequeños movimientos sincronizados, entonces, la ecuación es sencilla: solo hay que aprender a realizar cada uno de esos pasos diminutos que, por separado, pierden toda dificultad. Cuando seamos capaces de manejarnos con dichos movimientos, estaremos preparados para repetirlos e incorporarlos en distintas secuencias. Así, nuestro sistema nervioso configurará un patrón mediante el que configuraremos un baile al compás de la música.
Sin duda, todo es paciencia, pero al igual que disfrutas una canción que te gusta y con la que te mueves de forma espontánea y sin darte cuenta, puedes cultivar un movimiento sincronizado con tus músculos.
El ser humano se encuentra en constante movimiento, somos seres dinámicos que evitamos estar rígidos, y, en ese sentido, el ritmo constituye una herramienta fundamental a incorporar en nuestras vidas para mejorar nuestro bienestar, pues de esta manera mejoraremos el funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular o la estructura óseo-muscular, entre otras.
Pueden practicarse ejercicios rítmicos con los que comprender los silencios, figuras o compases de una obra musical. Así, puedes reproducir cada ritmo en función de la obra que escuches, y así identificar figuras como las corcheas o semicorcheas, negras, silencio de negra, blancas, …
Con estos ejercicios tendrás ventajas como la coordinación, atención o ejercitación de la memoria musical.
No dejes que nadie te diga que no tienes ritmo o que no puedes tenerlo: practica, repite y vencerás.